Historia del Continente
En el siglo XVI el continente blanco no aparecía en ningún mapa, dado que ningún hombre en el mundo había ni siquiera divisado esta parte extrema del planeta, ni mucho menos podía probar su existencia. La famosa «terra australis» permanecía sólo en el imaginario de cada explorador como en el límite entre fantasía e hipotética realidad. Desde sus primeros avistamientos señalados en 1819, la Antártida se convirtió en tierra deseada por los más temerarios exploradores. Dadas las condiciones extreme del Polo y considerado el equipamiento técnico y los veleros a disposición, aquellos que se aventuraron al interior del Continente entre 1900 y 1916 los podemos considerar verdaderos y reales «héroes», muchos de los cuales se inmolaron, para dar a conocer tal paraíso terrestre a la humanidad.
Las islas Shetland australes, frente a la costa occidental de la Península Antártica, han tenido un rol decisivo en determinar quien fue el primero a gritar «Tierra, Tierra…». El archipiélago fue avistado per primera vez por el cazador de focas William Smith, que dio inicio a la captura de esta especie. En enero de 1820, los británicos Bransfield y Smith navegaron y dibujaron una parte considerable de la Península Antártica, llamándola Trinity Land. En noviembre del mismo año Nathaniel Palmer, un capitán de una nave que cazaba focas, la Hero, navegó en el estrecho de Neptune’s Bellows accediendo a la maravillosa caldera de Port Forest. En enero Smith e Bransfield divisaron la isla Decepción no pudiendo proseguir a causa de las adversas condiciones meteorológicas. Se supone que el primer desembarco en el Continente fue efectuado por el Comandante de la lancha Cecilia, John Davis. Entre los apuntes de este velero norteamericano que nos han llegado, es emblemático el avistamiento de una gran tierra meridional que podría ser el último trozo del gran continente glacial. El siguiente desembarco ocurrió probablemente en un área conocida hoy como costa Davis.
Otro paso adelante en el descubrimiento de este continente se lo debemos al inglés James Weddell. Cazador de focas, antes perteneciente a la Marina Británica, asumió el comando de naves privadas que se lanzaron con empresas comerciales en el Sur. En 1823, con la intención de encontrar nuevas poblaciones de focas y favorecido por por una estación particularmente buena, logró navegar el mar más al sur de cualquier otro. Estas aguas hoy toman su nombre, que también se le atribuyó también a una especie de foca que vive en esa zona, la Leptonychotes weddellii, que él mismo encontró y describió por primera vez. Sólo 18 años después, James Clark Ross navegó las aguas opuestas al mar de Weddell, igualando el record y renombrando con su apellido esta parte de mar.
En 1902, Robert Falcon Scott fue el primero que se enfrentó con las condiciones extremas del Sur del mundo. En compañía de Drigalsky, pudieron observar desde una mongolfiera, constantemente unida a tierra por un cable, los panoramas del Polo. En 1908, Ernest Shackleton, a bordo de su Endurance, apoyado por los 27 hombres de la tripulación, dio inicio a una serie de expediciones que prosiguieron hasta 1950. Avanzando en un terreno desconocido y carente de mapas, tuvo que retroceder junto a sus 3 compañeros de expedición a 170 km aproximados del Polo.
En diciembre de 1911 el noruego Roald Amundsen, a la cabeza de una expedición logró conquistar el Polo Sur. Poco después el logro fue repetido por el mismo Scott, pero con resultados catastróficos: en efecto, una serie de desventuras se dejaron caer sobre los valientes exploradores y repetidas tormentas de magnitud inaudita golpearon al grupo a lo largo del regreso. Primero murieron Evans y Oates, seguidos algunos días después por Scott, Wilson y Browers.
En 1914, una nueva misión dirigida de nuevo por Shackleton, zarpó hacia el Polo Sur. Esta vez, la nave del explorador quedó atrapada en el pack de hielo y luego de haber sido arrastrada hacia el Norte, fue destruida por la misma prensa de hielo en la que había quedado aprisionada. Shackleton y sus hombres lograron ponerse milagrosamente a salvo llevándose consigo equipamiento y provisione.
En 1916 Desde Montevideo se lanzó una expedición de rescate, la primer misión antártica uruguaya, a cargo del Teniente de Navío Ruperto Erichiribehety con el buque “Instituto de Pesca No. 1”, la cual además de la tarea humanitaria condujo las primeras investigaciones científicas del Uruguay en latitudes antárticas.
El 29 de noviembre de 1929, Byrd sobrevoló el Polo Sur con un trimotor. Hoy, gracias al auxilio de la tecnología, numerosos satélites sobrevuelan constantemente la Antártida enviándonos en tiempo real todo lo que ocurre en el corazón del continente. de este modo estamos informados del nacimiento de un gran iceberg, de la erupción de un volcán o del fraccionamiento de un pack. En todo caso, el continente blanco esconde todavía hoy misterios y áreas para estudiare y descubrir.